La escalofriante hora de comer
6 Dic, 2016
por Ana María Medina

Cuando nos preguntan cuál ha sido la felicidad más grande que hemos tenido como mamás, quisiéramos tener las palabras exactas para explicar la sonrisa que se nos dibujó en la boca, pero sobre todo en el alma, cuando tuvimos por primera vez pegadito al pecho a nuestro bebé. Quisiéramos poder contar como se nos contrajo el corazón cuando nos dijo nítido y claro “mamá”, después de meses de sólo decir “papá”. Quisiéramos poder explicar las ganas incontrolables de abrazarlos y apretujarlos con cada carcajada que nosotros hemos logrado sacarles.

Pero pocas veces somos capaces de confesar que una de las alegrías más grandes que tenemos desde que somos mamás es: verlos comer. Experimentamos una dicha innata y un placer inexplicable con cada bocado que se llevan a la boca. Verlos comer puede alegrarnos el día, así como verlos rechazar lo que les servimos, moviendo de un lado al otro sus cachetes, puede dañárnoslo. No estoy exagerando y tengo miles de mamás para corroborarlo. Para muchas, la mayoría de hecho, la hora de comer es uno de los momentos más difíciles del día.

De hecho, ahora entiendo a mi mamá que cada vez que voy de visita parece decidida a descuadrarme cualquier dieta o régimen saludable que quiera llevar. Suelo burlarme y hasta quejarme de su necesidad de atiborrarme de comida, como si por fuera de su casa, yo su pobre hija, aguantara hambre. Supongo que mi mamá cree que soy un camello, que puede almacenar la comida y así poder sobrevivir hasta la próxima visita con las reservas necesarias.

La entiendo, si ella siente viéndome comer a dos manos, lo mismo que yo cuando mi hijo lo hace, comeré hasta la indigestión con tal de verla feliz en cada almuerzo familiar. El lio es que a mi mamá ya no hay quien pueda hacerla entender que sopa con banano, arroz, papa, maduro, un trozo de carne y jugo de guayaba en leche no es, en materia de alimentación, la mejor opción que puede ofrecerme. No hay manera de que yo le explique sin que me tuerza los ojos (ay que nostalgia de aquella época cuando la que le blanqueaba los ojos era yo) que unos cachetes como los de Kiko no son sinónimo de buena alimentación.

Pero con nuestros hijos la historia es otra. En nuestras manos tenemos la oportunidad de crearles hábitos de alimentación saludables. Depende de nosotras que cuando adultos no se atosiguen con comida si están deprimidos, depende de nosotras que no sufran problemas de sobrepeso, depende de nosotras que no caigan en trastornos alimenticios y depende de nosotras que le cojan amor y cariño sin exageraciones, a esta nueva tendencia del mundo, de simplemente alimentarnos mejor.

En materia de nutrición, nosotras que hacemos parte de la generación de mamás con más información a la mano, podemos hacer mucho desde hoy por el desarrollo de nuestros hijos o podemos enloquecernos con la cantidad de información que encontramos en internet.

¿Qué debemos darles? ¿Deben primar las frutas, los cereales, los carbohidratos o las proteínas? Todos. Una alimentación balanceada debe contar con todos los grupos de alimentos porque cada uno les brinda las vitaminas y los nutrientes fundamentales que necesitan. Sin olvidar que en estos primeros años, las proteínas son primordiales. Son, por ejemplo, sobre las que recae la responsabilidad de un crecimiento adecuado, de un buen desarrollo acorde a la edad y de un beneficio en todos los aspectos a futuro.

Dicen que la inteligencia la heredan de la madre, y por eso cada vez que Lolo sale con una genialidad yo inflo pecho y me doy auto palmaditas en la espalda. Pero según estudios, el buen funcionamiento del cerebro más que una cuestión genética, está directamente relacionado con una alimentación a base de proteínas adecuadas. No le digamos a nadie, sigamos proclamando que nuestros hijos son inteligentes gracias a nosotras, pero preparémosles buenas proteínas en cada plato para hacer aún más por ellos.

Oh por Dios, Ya parezco una chica de esas de Instagram hablando sólo de comida saludable, pero muchas de ustedes me mandaron miles de preguntas con respecto a las proteínas y la manera más fácil para mi es contestarles a todas con este post. Proteínas hay de origen animal (huevo, pollo, pescado, carne, lácteos) y de origen vegetal (legumbres, lentejas, garbanzos, frijoles). El tip acá para nosotras las mamás, es entender que la nutrición en esta edad de crecimiento de nuestros hijos es principalmente proteica, y que ésa proteína debe ser de muy alta calidad y más bien baja cantidad.  De ahí la importancia de la leche, la carne, el pollo o el pez. Este tipo de proteínas se consideran más completas que las de origen vegetal. ¿Muy enredado? Mi mamá diría palabras más palabras menos “que no les falte la lechita y la carnita como fuentes de proteína completa”. Yo le añadiría que tampoco hay que olvidar la frutica y la verdurita.

Como mi mamá es mi mamá y a después de más de 60 años no va a cambiar, yo seguiré subiendo de peso de manera desproporcionada cada vez que la visite, pero al menos en mi casa me aseguraré que la dieta para Lolo no carezca de proteínas de óptima calidad que le permitan desafiar el 1,70 promedio de sus padres, que le hagan desbancar a mi hermano mayor como el puntaje más alto del Icfes dentro de la familia y que a la larga le ayuden a crecer sano. Pues a la larga, verlos comer sí es una dicha muy grande, pero verlos crecer sanamente es una bendición.

 

 

1 Comentario

  1. juliana madrid

    hola….la verdad si he oído de la lucha con las mamás por darle la comida a sus hijos …y en parte me da hasta pena por que a mi me pasa todo lo contrario!!!, mi hijo va a cumplir 2 años y es un comelón profesional….estoy segura que si le doy comida las 24 horas no me va a voltiar la cara jamás…en parte esta ha sido mi lucha ¡¡¡es que come demasiado bien!!! desde recién nacido recuerdo que mi dieta fue: teta, teta y mas tetaaaa….no me soltaba para nada chupaba todooooo el dia y todaaaaa la tarde (y como es libre demanda pensé que era normal)…luego empecé frutas, sopas, jugos y todo lo demás y ohhh sorpresa se devoraba la comida en minutos, nunca supe que fue luchar para darle la comida a Martín. y aunque ha estado por encima de la curva de crecimiento desde los 6 meses nunca ha estado a dieta ni en un control estricto de alimentación para un niño, ni con sobrepeso pero si soy muy estricta con las comidas (muchas frutas, verduras, sopas hechas en casa, dulce solo en las piñatas y fines de semana, harinas solo las necesarias) por que si no estoy segura que rodaría…y este es realmente mi problema controlarlo y vigilar a los abuel@s, tias, amigos…etc de lo que le ofrecen…que la galletica, el helado, la torta…por que todooooo suma.
    realmente todo el mundo me dice que es mejor que coma y no que le tenga que «rogar» pero a veces no es fácil por que la gente no entiende y la que queda como loca cuando no deja que el niño se coma la galletica soy yo