De tusa en tusa
22 Ago, 2017
por Ana María Medina

En el 2000, seis meses antes de graduarme del colegio sufrí la primera y la peor tusa de vida. Mis escasos 16 años hicieron que yo documentara ese sentimiento como: el fin del mundo. Con los años descubrí que ésa tusa, que me hizo llorar lágrimas desproporcionales ahora que pienso en el mequetrefe que las provocó, no sería la última y además se convertiría en la taza medidora para las futuras.

Ninguna alcanzó hasta hoy el nivel “fin del mundo” que tuvo la primera. Supongo que me volví buena en aquello de las tusas, o descubrí con el tiempo, que la única manera de que una tusa acabe con mi existencia es porque al mismo tiempo un meteorito se dirige hacia la tierra y Bruce Willis no es capaz de detenerlo. Sé manejar casi todas las tusas, excepto una. Una tusa eterna que nos deja el corazón más arrugado que frente sin botox y que poco tiene que ver con las tusas que me provocaron novios de pacotilla, que si supieran cuánto los lloré se sentirían en la obligación de indemnizarme.

No, no es la tusa televisiva, esa que nos hace sentir vacías y desoladas porque vimos el capítulo final de nuestra serie favorita. ¿Cómo podremos vivir sin la espera semanal por un capítulo nuevo? ¿Cómo podremos vivir un año ante la certeza de que en el siguiente no se estrenará una nueva temporada? Aunque esta tusa es dura, sobre todo porque no sabemos cómo manejarla (¿abusar del licor y llamar en medio de nuestra borrachera a los guionistas que vilmente escribieron el punto final?), es la que superamos más fácil: stalkeamos google ante la ilusión de que sus productores se arriesguen a hacer al menos un spin off de la serie, le apostamos al “un clavo saca otro clavo” escudriñando Netflix y cuando menos nos damos cuenta ya estamos trasnochando por otra serie y ya le hemos hecho el duelo a otras tres.

Tampoco voy a hablar de la tusa de la independencia, esa que le da a uno después de haberse ido de la casa y descubrir que el cuarto de uno, el que uno dejo intacto, no fue conservado como un museo sino convertido en la nueva sala de televisión. Yo me independicé y me fui a comer arroz con atún a mi diminuto apartamento de soltera. Compré todo lo necesario para vivir excepto una lavadora. Todos los jueves llegaba a casa de mamá con una bolsa de ropa sucia y salía de ahí almorzada y con una bolsa de ropa limpia. Era una vida perfecta, esquivando responsabilidades, pero siendo un adulto independiente. Pero un jueves llegué y mi cama se la habían llevado a la finca, mi sofá se lo habían regalado a mi hermano mayor, la ropa que había dejado “por si acaso” la tenía puesta Ceci, la empleada de mi mamá y mis papas se ofrecían a regalarme su lavadora porque en Falabella había una con secadora en promoción que querían comprar. Y entonces, lloré, porque, aunque yo me había ido antes, ese día oficialmente me habían echado del hogar.

Pero no, de esa no se trata este post, tampoco de la tusa discriminatoria que más que ninguna otra ataca al ego, lo masacra, lo acribilla y lo pisotea después de muerto. Es la tusa que requiere para poder ser superada de altas dosis de amor propio, inyecciones de autoestima, un cariñito en el salón de belleza y un metódico plan de venganza. La llamo la tusa discriminatoria porque es causada por la inaudita negativa de un tercero que poco te conoce y te juzga sin muchas bases, para evitarte el ingreso a un lugar: Quizás les suena familiar:

  • Hoy tenemos una fiesta privada, no permitimos personas en tennis, no están en la lista, etc…. Cualquier bouncer fortachón a la entrada de un bar.
  • Lamentamos informarle que no tenemos cupo para su hijo… Cualquier colegio con ínfulas de aristócrata.
  • No me importa que usted sea la hija, tengo que anunciarla, ¿me recuerda su nombre?… El portero del conjunto de mi mamá.,
  • Te metería al grupo, pero no se quién es el administrador. Cualquier bobo…bueno, yo alguna vez.

Pero yo les quería hablar, perdón que me haya desviado, de la tusa maternal.

Tusa Maternal: Dícese del duelo que una madre debe hacerle a todos y cada uno de los logros de sus hijos. Por logros me refiero a esas cosas que hacen los hijos para restregarnos en la cara que ya no son nuestros bebés y que necesitan de nosotros cada vez menos. Por duelo me refiero al ojo aguado y al pecho estripado que experimentamos debido a que esos chiquitos de verdad se crecen a mil. 

La tusa comienza desde el nacimiento de un hijo, le sigue la salida del primer diente y de ahí para adelante, jamás se detiene.

El niño ya tiene un diente quiere decir ya no necesita que yo le machaque la comida.

El niño ya camina quiere decir que falta poco para que salga corriendo detrás de una suripanta.

El niño ya va al colegio quiere decir que ya casi le da vergüenza que lo besuquee.

El niño ya cambió de voz quiere decir que ya casi soy abuela.

El niño compró apartamento quiere decir que es hora de que le regale una lavadora.

Ser mamá es vivir de tusa en tusa. Yo en este momento estoy entusada porque mi hijo entró al colegio, es la misma tusa que debió tener mi mamá cuando me fui a vivir sola, la que de seguro tuvo mi abuela cuando mi mamá se casó a escondidas con mi papá, la que voy a tener cuando mi hijo cambie de voz y me pida una afeitadora, la que mi mamá tuvo cuando me gradué por no decir cuando encontró escondidas entre mis medias unas pastillas anticonceptivas, y la que todas tenemos cuando Facebook nos recuerda fotos de nuestros hijos de hace tres años.

Esta tusa es eterna porque quien la provoca es alguien absolutamente encantador, porque no hay nada que pueda hacer ese encantador para que lo dejemos de amar, porque no hay nada que no nos los recuerde, porque no queremos ni podemos superarla y porque no hay nada más gratificante que ver a los hijos crecer así sea a costa de nuestro corazón roto.

Nada que hacer:  ser mamá es vivir enamorada y entusada toda la vida.

 

 

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4 Comentarios

  1. paola

    que belleza…

  2. Paola

    Lloreeeeeee leyendo esto…mientras dormía a mi tusa eterna ?

  3. Andrea Sarmiento

    Yo: @andreyalejandro en instagramos.
    Aquí estoy presente sintiendo identificada, ya este año mi chiquitin se gradúa pasa a primero de primaria no lo supero aún, se me creció mi ángel mi tiquitiqui, gracias gracias por expresar eso que todas las mamitasemanas sentimos Dios bendiga tu maravillosabes familia. ☺?

  4. Luz Karime

    Muy bonito, así es, además las lagrimas por los logros es una combinación de emociones!! No sé a qué hora se crecen tan rápido.