El 8 de junio decidí quedarme en casa con Lolo a jugar y a practicar la dejada del pañal. Para las ortodoxas que se asombraron porque mi hijo ya tenia 2 años y 11 meses y no le había quitado el pañal, sólo quiero sonreírles y hacerme la güevona. Llámele pereza, llámele timing o llámele “cada niño tiene un proceso diferente”. Siendo sincera, debo decirles que mi intuición de mamá me decía hace rato que era hora, pero mi condición de humana me obligaba a hacerle el quite al asunto. Pero un día me llene de valor, me abastecí de jabón rey, y traté de recordar mis clases de yoga prenatal para no perder la paciencia. “tengo chichi” empecé a decir cada vez que quería ir al baño y así Lolo me dijera que no quería me lo llevaba a hacer conmigo. Escuché muchas frases disfrazadas de consejos, que durante el proceso se volvieron mitos que me llenaron de falsas expectativas. Descubrí que uno deja el pañal en un día pero eso no significa que el niño también. Así que para que no se estresen inútilmente o se den golpes de pecho porque Fulanita dice que su hija lo logro sin esfuerzo, les comparto las frases-mitos que por poco hacen que Lolo pase de los pañales de bebé a los de adulto sin unos años en el intermedio.
“Esperar que el niño esté listo”. La frase la repite todo el mundo como si hiciera parte de una oración zen, pero no dejan de mirarte con una sonrisa de compasión y regaño si tu hijo ya ha cumplido los dos años, habla, canta, baila y aún usa pañal. Lo cierto es que ellos deben estar listos, pero también y sobretodo nosotras. Si nosotras no estamos listas el proceso será tormentoso y estará destinado al fracaso. Habrá accidentes leves que requerirán un trapero y otra pantaloneta, y habrá accidentes para los que quisieras tener el traje de protección que usan los médicos para los pacientes en cuarentena, o al menos una gripa tenaz que no permita que por tu nariz se cuelen olores causantes de arcadas. Si no estás preparada para soportar con paciencia y amor este tipo de eventos, explotarás en ira, gritarás, llorarás y de paso asustarás a un pequeño bañado en popo que sólo necesita un abrazo para intentarlo la próxima vez. ¿Estás lista mamá?
“No pierdas la paciencia”
Así ellos estén listos y así nosotras estemos listas, sentir un poco de rabia, desconsuelo e impotencia en algún accidente es normal, sobretodo cuando ya nos sentimos en la otra orilla del charco y estamos más bien encima de uno de miados. Algunas robots dirán que jamás su cordura permitió el paso a estas pasiones tan cavernícolas, quizás a ellas, encerrarse en un baño de centro comercial a limpiar a punta de pañito húmedo una cagadita no avisada, les parece un buen parche, o quizás simplemente son mejores seres humanos que yo. Se puede perder la paciencia, claro que se puede, pero la verdad es que no ayuda perderla delante de ellos. No queremos que le cojan miedo a la taza o que se estriñan por temor. No perder la paciencia es un buen consejo pero a ratos un mito. Si sienten que la pierden no se sientan asesinas en potencia, simplemente humanas. Cuenten hasta 10, piensen que somos una partícula ínfima de este universo y que la cagada no es tan cagada, sonrían, respiren, abracen a sus chiquitos (si los quieren alzar allá ustedes con la untada de brazo) y vuélvanlo a intentar. Limpiar un culito de bebé es mucho más ameno que uno de anciano, así que relájense que a ellos de pronto les cobraremos la labor dentro de unos años.
“El niño te avisa cuando ya no quiera pañal”
Al parecer hay niños que con la elocuencia de un sabio vienen y te avisan que ya no quieren ese adminiculo de primera necesidad altamente contaminante. En mi caso (no faltará quien me culpe por esto) Lolo más que elocuente es práctico, y si no fuera porque empezamos a convencerlo del proceso hubiéramos podido llegar a celebrar los 12 años con pañal, porque para su lógica era muy cómodo no tener que interrumpir un juego, una película, no tener que usar un baño público (trauma heredado por mi, lo reconozco) o no tener que apretar de más los esfínteres en un trancón y sufrir con cada hueco bogotano. A mi no me avisaron, yo le pregunté a Lolo muchas veces, hubo varios intentos antes y varias renuncias el mismo día, hasta que esta vez, mi hijo parecía tener la disposición y yo la convicción.
“En una semana deja el pañal”
A esta frase quisiera contestar como dicen los actores en el teatro antes de salir a función “Mierda Mierda Mierda”. Hay páginas de internet que te dicen como lograrlo en 5 e incluso en 3 días. Repito, no faltará la mamá postre que te diga que si los niños están realmente listos dejarán el pañal de un día para otro y sin accidentes, pero yo de postre no tengo nada y soy más bien común y corriente tirando a demasiado normalita. Y para los viles mortales como yo, el proceso puede durar semanas o incluso meses, para poder decir, sin temor a que los pantalones mojados de tu hijo de contradigan, que ya se superó la era del pañal. La verdad es que los niños dejan el pañal en un día, si con eso quieres decir que desde ese día no le volviste a poner uno. Pero lo dejan en varios meses, si con eso quieres decir que llevas más de 30 días sin accidentes.
“No lo premies o castigues”
En lo de castigarlo creo que todos estamos de acuerdo, pero en lo del premio todas caemos en la tentación, así la teoría repita y repita que no debemos hacerlo. Conozco mamás que premiaron con gomitas, otras con stickers y otras con visitas a parques. El acierto de llegar a la tasa para una miada o para el temido número 2 merece una celebración. En mi casa cantamos y bailamos como bobos con cada sentada de Lolo y por cada acierto le damos un M&M (sí uno, no la bolsa entera, son varias idas al baño en un día y nadie quiere un coma diabético) y una carita feliz pintada en la pared. A Lolo se le volvió un juego, pide premio para mamá cuando ve que estoy en el baño, pinta sus propias caritas tristes cuando no lo logra y salta, con la misma falta de ritmo de los papás, cada vez que la taza canta en señal de haber recibido sus líquidos y sólidos.
“No hay afán”
Cada niño tiene su proceso y nadie mejor que nosotras para saber el momento indicado. En ese orden de ideas no vale la pena apresurarse. Pero lo cierto es que tampoco podemos quedarnos atrás demasiado, dejar el pañal es un paso que todos deben dar tarde o temprano, es un paso que los empodera con una independencia maravillosa, y es un paso que les abre posibilidades en el mundo. Y así no nos guste, el mundo tiene unas dinámicas de las que no podemos relegarnos. “Para el siguiente nivel los niños ya deben ir al baño”, “El curso se dicta a niños de 3 a 4 años que ya no usen pañal”, “sigue mamá a tu control pediátrico, para empezar deja el niño en calzoncillos”, etc. Y eso sin contar que los berriondos son una rentica importante en la canasta familiar.
A modo de tips:
- A mi me funcionó quedarme en la casa los primeros 5 días, saliendo sólo al jardín, donde las guías me apoyaban con el proceso. Las tardes en casa te dan la tranquilidad de, perdón la redundancia, estar en casa. Tienes toda la ropa a tu disposición, puedes estar en bola, tienes a la mano trapero, toallas, jabón y dado el caso la ducha.
- Salir de casa días después, aún sin tener la certeza de que todas las veces tu hijo avisa, es una especie de reto que a ellos les ayuda a entender mucho más el proceso. Empaca tres pintas, pañitos húmedos e invítalo a conocer el baño de todos los lugares a donde vayan.
- Para salir de casa e ir más tranquila puedes usar los famosos “pull up” pero debes recordarle ir al baño cada tanto para que ambos no se confíen en el pañal y pierdan terreno ganado.
- Si eres más guerrera y audaz, puedes comprar unos calzoncillos de entrenamiento (yo los compré en Mothercare, ahí perdonarán la cuña pero sé que muchas me van a preguntar) que tienen una especie de forro en toalla. Evitará que los accidentes sean mayores pero tu hijo igual se mojará y entenderá la dinámica.
- Relájense. Los accidentes no son tan graves así que dejen la preguntadera cada 15 minutos. La idea tampoco es desesperar a los pobres con “¿tienes chichi?” a cada rato.
- Quítate de la cabeza que en tantos días no habrá accidentes. Cuando le pregunté a una amiga cuánto se había demorado en quitarle el pañal a su hijo me dijo “3 meses”. Yo llevaba dos días y esto me pareció una exageración, días después agradecí su respuesta porque descubrí que en medio de muchos aciertos se cola uno que otro accidente. No fijarse una meta sino vivir el día a día también les disminuye las ganas de llorar y la rabia cuando no la logran.
- Jamás canten victoria. Yo ya salgo con Lolo a la calle, voy a cine, al parque, incluso él bailó en su clausura sin pañal y hasta hemos cogido carretera de tres horas. Pero todavía cargo en mi bolso tres pintas, un pull-up por si la desconfianza o la comodidad se apoderan de mi, le pregunto a cada rato si quiere ir al baño y sigo festejando cada ida al baño como la primera.
- Como dicen por ahí “nadie aprende en cuero ajeno” así que vivan su proceso como mejor les funcione en casa… no crean en todo lo que dice internet (incluido este martes de post-parto) y no se dejen achicopalar por ninguna mamá postre o robot que asegure que todo fue fácil, natural y sin complicaciones. Y chao que tengo chichi. Perdón, es la costumbre de andar avisando a ver si alguien más en casa me copia.
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